En la película Airplane! (1980)—también conocida como Y dónde está el piloto? en varios países de habla hispana—una pasajera entra en pánico cuando se da cuenta que el vuelo en el que viaja está en peligro inminente. Mientras dicha pasajera sólo se altera más y más, una azafata intenta calmarla zamarreándola, sin resultado. Entonces, otro pasajero se le acerca y le dice “dejame a mí”, sólo para empezar a sacudirla más fuerte al grito de “calmate, calmate te digo”, mientras le administra cachetazos a diestra y siniestra. Esto es sólo el comienzo. Mientras la susodicha permanece fuera de control, se forma una hilera de pasajeros esperando su turno para “calmar” a la pasajera alborotada. Por supuesto, todos la sacuden y sopapean, incluso una monja.
La fila de gente incluye una hilarante colección de personajes uno más ridículo que el otro, todos munidos con instrumentos para “ayudar” a la señora en cuestión, incluyendo guantes de box, una llave cruz y hasta un revólver. Todos unidos para tratar el pánico de la pasajera.
En otro pasaje de la película—que apenas te da un respiro entre escena y escena1—la azafata le habla a los pasajeros a través del intercomunicador, donde les dice de forma muy serena una situación complicada: el avión está experimentando problemas técnicos, incluyendo la falla del sistema de navegación, lo que pone en peligro la seguridad del vuelo. A pesar de la gravedad del mensaje, los pasajeros reaccionan de forma madura, manteniéndose calmos y serenos. Sin embargo, un pasajero se para y pregunta:
— Señora, nos está diciendo absolutamente todo lo que pasa?
A lo cual ella titubea un poco y responde:
— Bueno, también nos quedamos sin café.
Lo cual desata el caos absoluto. La cabina se transforma en un pandemonio, con pasajeros gritando, saltando y corriendo en estado de pánico. Se ven gladiadores americanos (?), algunos revolean cosas, otros ahorcan al del asiento de al lado, perdiendo en general todo sentido del decoro. En ese momento se puede ver un cartel en llamas que pasa de decir “Don’t panic”, a “Okay, panic”.
Que fuente inagotable de analogías es Airplane!. Si uno presta atención, se pueden ver como la vida es una eterna búsqueda de dónde está el piloto. Muchas veces uno ve situaciones donde alguien entra en pánico y otros vienen a “calmarlo/a” a “cachetazo” limpio. Vean a Daniel Tinayre dando clases de como calmar a una visiblemente alterada Mirtha Legrand:
El bueno de Danielito (?) apagando el fuego con nafta. Dicho sea de paso, que fruta noble el pánico. Y acá no estoy yendo al pánico a nivel médico tipo ataques de pánico, que son cosa seria y requieren la atención correspondiente. Voy a un pánico más edulcorado, mucho más leve si se quiere. El famoso ahogarse en un vaso de agua; perder la cabeza ante la adversidad y la capacidad de pensar de forma clara cuando algo pinta feo y abandonarse a girar en círculos sin la menor intención de resolver el problema en cuestión sino hacerlo todo peor al convertirse en una carga para aquellos que están intentando solucionar el tema. Cuándo en la historia de la humanidad alguien ha resuelto algo volviéndose loco?
Aquellos que tendemos a no perder la cabeza tan fácilmente (por habilidad o en mi caso por apatía) nos encontramos frecuentemente en la situación de pedirles a terceros que se tranquilicen, que es momento de pensar y ver por dónde salir jugando. Que algún hueco siempre se abre, sólo hay que llenar el área de centros, tal como nos enseñó el fútbol inglés de los noventa, antes de que la mentira del tiki-tiki se pusiera de moda a fuerza de petrodólares.
Lo interesante es que, de aquellos que tendemos a permanecer calmos en tiempos turbulentos, se espera que siempre seamos los mismos “zen” porque actuamos como factor estabilizador cuando el pánico reina. No se nos permite perder la cabeza porque si no el sistema se desestabiliza por completo. Es más fácil entrar en pánico cuando sabés que va a haber alguno que te va a decir que todo va a estar bien.
En el capítulo “El Cometa de Bart”, Springfield está sumida en caos absoluto por la probable caída de un meteorito. Mientras todo esto ocurre, Ken Brockman entrevista al inefable Profesor Cocoon por un poco de sabiduría:
— Profesor Cocoon, sin saber exactamente a qué nos enfrentamos ¿diría usted que es momento de…estrellarse las cabezas unos contra otros y sacarse los sesos?
— Yo diría que sí.
No lo digo yo, lo dice la ciencia: investigaciones sugieren que Airplane! podría ser la película más graciosa de la historia: https://www.telegraph.co.uk/culture/film/9525372/Airplane-funniest-film-ever-research-finds.html